domingo, 26 de julio de 2009

El Cerebro y El Antojo

Una de las grandes causas de la diabetes es la falta de control al ingerir algunos alimentos, especialmente los que te hacen daño. Es de esperarse que, de vez en cuando, te atiborres de alguna cosa que te guste, pero no siempre.

El darte un gusto comiendo o bebiendo en exceso de vez en cuando no tiene mucho de malo, a menos que cuentes con alguna condición física que te lo impida. No creo que sea gracioso darte una atragantada y despertar con la novedad de que tuviste un infarto o saliste de un coma diabético.

En fin, estos excesos no son nada nuevo y son algo a lo que estamos “prefabricados”, de cuando eramos unos cuantos cavernícolas y no habría refri, tiendas ni pizzas para llevar. El cuerpo humano puede atiborrarse de comida y almacenarla. Por cierto, esas llantas en la panza no son nada malo; son tus “reservas” para los tiempos de hambre. Lo malo es que, a menos que de plano no tengas dinero o te pierdas en una isla desierta, es difícil que te quedes sin comer, así que todo se acumula y vienen los problemas.

Tu cerebro tiene muchas cosas, pero no deja los impulsos básicos de lado. Difícilmente puedes quedarte sin respirar, aunque obligues a tu cuerpo a no hacerlo. Eventualmente, el cerebro te dirá que te vayas por un tubo y respirará automáticamente.

¿Que tiene todo este rollo que ver con algo del antojo? Cuando dejamos al cerebro sin alguna de las cosas que quiere, empieza a pedirlas subjetivamente. Esto es, te antoja. Para evitar esto, hay que hacerle como los changos: comer todo el día. Claro que no me refiero a estar sentados en la cocina metiendo cuchara tras cuchara de comida; me refiero a llevar siempre unos cuantos refrigerios para evitar los antojos.

¿Quieres dejar el refresco? Tómate un litro completo de agua y te puedo asegurar que no podrás ni ver un refresco en unas horas. Para no ser extremos, puedes tener algunas cosas como manzanas, barras de granola o cereales o zanahorias. Un poco de estas cosas te pueden quitar el antojo de golpe y dejar de que estés solo pensando en el momento en que vas a ir la tienda por papitas, pastelitos o donas.

La diabetes es problemática, pero el cerebro necesita trabajar. Hay que darle gusto a los dos.